La adolescencia es, en cierto modo, una época ambigua, a medias entre la infancia y la madurez, en la que se producen tanto cambios físicos como cambios psicológicos; es decir, se define el cuerpo y se define la personalidad. De esta forma, los adolescentes se encuentran frente a un momento de cambios vitales y, por tanto, de riesgo.
El cambio es relativamente brusco, y como en todas las transformaciones apresuradas, resulta difícil adaptarse de forma adecuada, tanto más si tenemos en cuenta que las experiencias previas de los adolescentes son escasa y limitadas y que tampoco han definido aún su personalidad, con lo que carecen de criterios propios sólidos. En estas circunstancias, las dificultades para adaptarse al nuevo status que les impone la edad pueden provocar crisis de identidad lo que les lleva, a su vez, a tener comportamientos inestables y contradictorios.
Los adolecentes viven dentro del conflicto, en la tendencia contradictoria entre elinterior, que les pide salir, explorar, descubrir su identidad, probar, acariciar los riesgos; y el exterior, que establece límites, normas y obligaciones. En una molesta y complicada crisis de identidad, ejercitan la lucha diaria consigo mismos, con los demás y con el entorno, buscando descubrir su propia personalidad. Ciertamente, la presencia de un adolescente en casa es muchas veces complicada, pero no se puede olvidar que ellos están creciendo con dificultades y contradicciones.
Los adolescentes crecen en la paradoja del aislamiento y alejamiento de su familia, y la aproximación y búsqueda de compañía en el grupo. A los adolescentes les interesa, sobre todo, ser alguien dentro del grupo, por su afán de pertenencia e integración.
Muchas de las dificultades que se presentan en esta etapa pueden reconducirse mediante una atención especializada, asegurando así una buena entrada en la etapa adulta.
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